viernes, 25 de marzo de 2011

Pura vida.

He pensado que cuando tenga pocas cosas interesantes que contar -la mayor parte del tiempo-, quizás os gustaría leer algunas de las columnas que Iñaki Ochoa fue escribiendo para la revista Campo Base, desde su rincón, ése al que él mismo llamó "Pura vida".

En algunas reflexiona sobre temas relacionados con el mundo del alpinismo, en otras nos describe vivencias y anécdotas ocurridas durante su día a día, o en alguno de sus viajes a esos lugares sobre los que tanto hemos leído y que muchos soñamos con llegar a contemplar algún día.

La verdad es que yo creo que es un gusto leerlas y comentarlas.

Espero que las disfrutéis.

Ahí va la primera:

Muerte o gloria (Columna publicada en el número 4 de CampoBase). Junio 2.004.

“Algunos escaladores van al Everest con la actitud de hacerlo o morir. Algunos lo hacen, otros mueren y también hay quien consigue ambas cosas." La frase es anónima, y bien parece la aguda reflexión de algún taciturno escalador anglosajón después de unas pintas de cerveza. Aunque no le falta razón, la verdad es que ya lo dijo con bastante más gracia aquel famoso torero: "Hay gente pá tó." Otros sentencian, despectivos y rigurosos, que el monte más alto del mundo se ha convertido en un circo. Se rasgan las vestiduras y lo vocean a los cuatro vientos en documentales, libros y revistas, para ascender, un año más, la misma ruta normal de los años anteriores, dormir en las mismas tiendas montadas por otros, asegurarse sobre cuerdas fijas instaladas por otros, mientras culpan a las comerciales de todos los males del himalayismo.

Quizás se olvida que las expediciones comerciales no nacieron en el Himalaya sino en los Alpes, hace más de dos siglos. Entonces un señorito de clase alta podía contratar a un pastor local para que le guiara en ese mundo hostil, y hoy en día se puede hacer lo mismo con la salvedad de que el pastor no nació en Chamonix o Zermatt, sino en el valle de Khumbu. Y esto saca de quicio a más de uno.

En Asia existen 14 cumbres de 8.000 metros y más de 170 de 7.000. El Everest (y el Lhotse) en primavera, el Gasherbrum II en verano, el Cho-Oyu y el Ama Dablam en otoño están masificados por numerosas expediciones, algunas de ellas comerciales guiadas, que son el objeto de las críticas. También están repletos de gente el Aneto, el Mont Blanc o el Aconcagua, pero casi nadie se queja, lo que nos induce a pensar que la aparición de estas expediciones ha terminado de destrozar el mito de que al Himalaya sólo pueden ir los elegidos.

La proliferación de las expediciones comerciales es consecuencia tanto de la bonanza económica como del efecto que cientos de películas, conferencias y libros tienen sobre el aficionado. Resulta poco consecuente la queja de masificación cuando ésta se produce por parte de los beneficiarios de la comercialización de tales productos.

Entre las expediciones comerciales, algunos hacen un trabajo digno y honesto. En cambio, otros de los más ‘prestigiosos’ líderes de algunas agencias internacionales son alcohólicos, refugiados o ex convictos que, sin ser malas personas, disfrutan de aquel mundo sin leyes. En las laderas de los Himalayas ha habido robos, engaños y tropelías de toda índole. Y no es menos cierto que algunas expediciones comerciales prometen algo imposible: guiar, en el sentido ‘alpino’ del término, a más de 8.000 metros de altura.

De cualquier modo, el principal problema de las expediciones a estas montañas es vender una gloria que no es tal. El Everest, tal y como se escala hoy en día, es el más fácil de todos los ochomiles, sin dejar de ser muy arriesgado. Ello se debe a las trampas que se utilizan en su ascensión: sherpas, oxígeno embotellado y cuerdas fijas hasta la cumbre. Muchos de quienes pisan la cima no serían capaces de subir por sus propios medios a ninguno de los ochomiles ‘bajitos’.

¿Dónde está pues la gloria de convertirse en el alpinista numero dos mil en subir al Everest? Uno puede sentir una gran satisfacción personal pero no irán por ahí los tiros del desarrollo del himalayismo de élite. Las expediciones comerciales no están libres de culpa por definición. Pero no es toda suya. Es peor tener todos los medios del mundo y carecer de creatividad, imaginación y fantasía, los motores que impulsan la aventura humana".

jueves, 17 de marzo de 2011

Superhombres.


Hola a tod@s, después de este laaaaaaargo paréntesis en el que por diversos motivos (sobretodo pereza y falta de tiempo) no he escrito ni un solo post, hoy me he decidido a hacerlo...espero poder seguir haciéndolo con más asiduidad.

En estos meses, en lo que a montañismo se refiere, han sucedido muchas cosas, algunas de ellas de una dificultad y dureza extraordinaria, como es el caso de la ascensión invernal al Gasherbrum II (8.035 metros), el primer ochomil del Karakorum en ser conquistado en invierno...ahí es nada.

La hazaña la han llevado a cabo el italiano Simone Moro, el Kazajo Denis Urubko y el americano Cory Richards, alpinistas que forman ya parte de la historia.

La proeza realizada por estos hombres -por llamarles algo-, no radica solamente en el gran logro alcanzado, que no es poco, sino en la forma en la que lo han conseguido.

En estilo alpino, sin porteadores, con mochilones de más de veinte kilos, sin cuerdas fijas, abriendo su propia huella, con fuertes vientos y temperaturas de hasta -50º ... los últimos días ni siquiera pudieron usar los sacos de dormir que se habían congelado y, debido al pésimo tiempo, no pudieron secar.

Subieron al campo 3 situado cerca de los 7.000 metros con una meteorología infame con la intención de aprovechar una ventana de unas pocas horas de buen tiempo que se les había anunciado, y así atacar a la cima, a la que partieron a las 3 de la mañana con un frío insoportable.

Lograron alcanzar la cumbre a las 11:45 horas y la ventana de buen tiempo finalizó con una tremenda precisión a las 12:00 horas, emprendieron entonces un dramático descenso que les llevó tres días, con vientos de hasta 120 km/hora y una visibilidad de 3 o 4 metros y en el que les pasó de todo, fueron arrastrados 150 metros por una gran avalancha, sobreviviendo de milagro, Simone tuvo que sacar de la nieve a sus dos compañeros con las manos desnudas, después Cory cayó dos veces en una grieta y tuvo que ser rescatado...en fin... toda una odisea.

Por si eso fuera poco, durante el descenso fueron recogiendo toda la basura que encontraron hasta el campo base, gesto que refleja la fortaleza y la calidad humana de estas personas.

Finalmente, agotados, pero en buen estado de salud y sin congelaciones, llegaron al campo base.

Y el resto de los mortales nos preguntamos: ¿De dónde han salido estos tipos?.

Os dejo unos estupendos videos grabados por ellos mismos durante la expedición:

1.- Llegada al Karakorum.

GII Winter Expedition | Dispatch # 3 | The Cold welcome from GII from story.teller on Vimeo.


2.- Última noche en el campo 3.

Ultima notte... from Richelmo on Vimeo.


3.- La llegada a la cima.


GII Winter Expedition | Dispatch # 4 | The way up to the summit from story.teller on Vimeo.


4.- El descenso.



Apuntar también que, mientras escribo este post, conozco la noticia de que el ABC Team, del que forma parte el vasco Alex Txicon, ha tenido que renunciar a la cima invernal del GI. Era una propuesta muy ambiciosa, estilo alpino y una nueva ruta en la pared para tratar de evitar las avalanchas, pero parece ser que el mal tiempo no les ha dado ninguna oportunidad. Pese a todo han luchado como jabatos y lo han intentado hasta el último momento alcanzando los 7.000 metros, pero no en vano nunca se había escalado un ochomil en invierno en el Karakorum...hasta que llegaron Simone Moro y compañía.